Sobre los cursos de Prácticas de lo Público: un manifiesto…

Este énfasis es el Plan B para estudiar en el Departamento de arte de la Universidad de los Andes, es un pregrado a la sombra y en estado latente que está ahí para usted.

El ciclo básico privilegia un taller único de 16 semanas y 6 horas semanales (a diferencia de los otros énfasis que optaron meter en el primer año 8 talleres exprés de 4 horas semanales por ciclos de 8 semanas).

Este Taller Básico de Prácticas de lo Público explora la forma cómo nos educamos y cómo percibimos el arte al visitar exposiciones, ver películas, hacer ejercicios, caminar la ciudad y encontrar diferentes espacios para el arte. En este taller nos oímos, dialogamos, pensamos en voz alta y leémos y escribimos sobre arte. Vemos cómo viven y de qué viven las personas que hacen arte y nos pensamos, sobre todo, como personas que leen el mundo desde una actividad curiosa, ociosa e incesante, una universidad para toda la vida que va más allá de creérse artista por tener un diploma de grado, un buen promedio de notas o una maestría y un doctorado. Al final del semestre el taller cuenta con su propia exposición donde cada persona, a solas o en grupo, le apuesta a clavar una tesis en un espacio abierto al público. El curso privilegia la retroalimentación sobre las notas, opta por la confianza y la anarquía más que por la jerarquía de una profesor y la autoridad institucional.

En los talleres y cursos del ciclo intermedio, que se pueden ver aleatoriamente y por libre elección, las personas pueden cruzarse en el camino con la pintura, el dibujo, la escultura, la fotografía, la instalación, el video, la programación, el diseño, la arquitectura, el teatro, la literatura, el sonido, y tantos otros artes, pero desde el cruce de estas prácticas con lo público.

Algunos ejemplos:

La pintura puede ser trabajada en una clase de técnicas y materiales donde se estudia el uso y la aplicación de pigmentos en las imágenes de una iglesia abierta al público para luego aprender a fabricar lo pictórico: entenderlo y ser sensible a su química, materialidad y valor histórico en la expresión propia y en su permanencia y conservación en lo público.

También lo pictórico puede volver a aparecer en un curso de Arte y calle que sucede en los límites de la ciudad con una comunidad que trabaja por el bien de un barrio pintándolo no como otros lo pintan sino como sus habitantes lo pintan; una expresión digna de autonomía que vuelve y aparece en un pueblo de Boyacá con otro grupo entusiasta de jóvenes que quieren poner a circular imágenes en su comunidad que se debate entre la tradición y la novedad.

En una cárcel también se ve pintura y mientras las personas privadas de libertad hacen teatro, fotonovelas y películas en el Taller de Arte y Cárceles, que los ayuda a ponerse el color del maquillaje antes de salir a escena, también las personas privadas de la libertad reciben materiales para pintar en esa “universidad” (en esa prisión tampoco viven del arte pero algunos sí sobreviven día a día gracias al arte).

En el Taller de Murales, grafitti y arte callejero también se pinta y se repinta sobre una larga pared en una estación de tren abandonada y se participa de una “quedatón” nocturna para darle color a las pálidas paredes de los edificios del Departamento de arte y combatir esa estética de “paredes limpias, mentes en blanco”.

En este énfasis se da el cruce de la plástica con los medios electrónicos en un taller de comics donde se ve el plano pictorico de forma integral: se entiende el espacio de la hoja como campo de formación, expresión y autoconfrontación para aprender de diseño, escritura, dibujo, color, pixeles, escaneado, archivos, pirateo, impresión, gráfica análoga, digital y edición.

La arquitectura y la instalación se ven la cara en un curso de curaduría que entiende las obras como esculturas que habitan un espacio específico. En otro taller se formulan proyectos culturales desde el acto de cocinar muchas iniciativas con grupos de personas en latitudes de la ciudad donde las mediciones de activividad cultural no las detectan, el radar de lo culto solo parece registrar lo que pasa en museos, galerías y ferias de arte.

Hay un taller que explora el arte de caminar por la ciudad y por veredas cercanas y lejanas. Hay un taller que sale al encuentro de las estatuas públicas, explora su historia y condiciones materiales para preservar lo que hay que conservar, pero también para buscar maneras de acortar la distancia entre transeúnte y pedestal al ponerlo todo en la horizontal compleja de

En otros talleres se entiende la imagen en movimiento desde la perspectiva del cine documental y del ensayo cinematográfico, se hacen películas, se proyectan en funciones públicas y se dejan a la vista en una página de internet que se construye paso a paso con el avance de la clase. En otro curso se encuentra la animación con el teatro y se construyen desde cero títeres, marionetas y muñecos que se animan en funciones de artes vivas en la calle. 

El énfasis de Prácticas de lo Público explora cómo la producción de conocimiento se entrelaza con su forma, contexto y circulación. Esto se logra por vías de una experimentación iterativa, abierta y mediada por prácticas de comunicación: actos públicos de habla en conferencias y prácticas de escritura que comprenden la edición y la publicación de textos en diferentes plataformas y formatos. 

En Prácticas de lo Público se explora la escritura en varios talleres a partir de explotar las canteras del ensayo, el cuento, la crónica, la poesía y la crítica, géneros que privilegian la legibilidad y circulación pública sobre la especialización y valoración académica.

Esta oralidad y textualidad se extiende a un curso de textiles donde se comprende la raíz compartida entre texto y textil y esto se relaciona con prácticas de tejido y juntanza a partir de un entendimiento amplio del lenguaje capaz de conectar lo común y lo ancestral desde la comunicación verbal y no verbal. 

A partir de todos estos actos de lenguaje podemos decir que somos una comunidad de practicantes que interroga los contextos académicos y profesionales para las prácticas y usos del arte, co-definiendo y redefiniendo las vueltas y revueltas de lo que significa el privilegio de tener una vida universitaria que opta por habitar el país como extensión del campus. El año pasado, en el Paro Nacional, tres personas que ocupamos cátedra en esté énfasis paramos nuestras clases y armamos una juntanza con estudiantes donde por el resto del semestre no hubo clases: fue una sola clase que se reunió, hizo todo tipo de actividades, armó un monumento informal y marchó con él durante varias semanas para sumarse a las artes del estallido social. En esta página hay un archivo de artes en paro y una memoria de cómo volverlo a hacer: https://acumulado.wordpress.com/

En Prácticas de lo Público entendemos las artes como una práctica que debe ir más allá del espacio privado de un curso y su pertenencia al cercado mental de una malla o identidad curricular. No sólo somos el énfasis más abierto a homologar cursos de otros énfasis y pregrados (valemos hasta dos talleres de otros énfasis y cursos de otros pregrados), sino que también tenemos una pedagogía diferente: trabajamos en lo público a partir de proyectos individuales y colectivos, privilegiamos lo horizontal en el trabajo y el saber desconocer para nunca dejar de aprender (poco importa si es es estudiante o profesor, “uniandino” o colombiano).

Nuestra actividad no se limita a ocupar el sillón privilegiado de una cátedra sino que se extiende a colaborar para la producción de semilleros y producción de actividades en complicidad con los cuerpos de representación estudiantil y con otras organizaciones internas y externas a la universidad. Un ejemplo de este trabajo en equipo ha sido la publicación de la Hoja González, que lleva 12 años en circulación y más de 550 números, sigue alternando las opiniones y aportes de la comunidad del Departamento de Arte y guarda la memoria de otro lado B: una fuente primaria para contar la historia de cómo un espacio —que en los últimos 20 años ha tenido todas las oportunidades— podría ser aún mejor, mucho mejor.

La apertura de estas prácticas al horizonte de lo publico contempla las artes para la transformación social: una labor amorosa en que las personas desarrollan habilidades sociales, conocen herramientas y comunican procesos y resultados a partir de un diálogo sobre proyectos e intereses específicos desde una comunidad establecida o temporal. 

Sea usted público, sea parte de Prácticas de lo Público. Otra universidad es posible.

—Lucas Ospina